a. Pablo contemplaba a sus acompañantes de forma silenciosa.
b. Buscamos un tronco de árbol propicio para el descanso.
c. La inmensa noche caía sobre la inacabable llanura.
d. Entró la joven y prosiguió las cotidianas tareas del hogar.
e. Ya es la hora.
f. Una figura cumbre en la cuentística hispanoamericana.
g. Puso el autómovil en marcha y lo condujo lentamente; de pronto, le sobrevino una terrible fatiga.
h. Se instalaron en la Plaza San Martín, Esteban suspiraba aliviado, pero Pedro vigilaba con miedo a todos los demás.
i. Había llovido toda la noche, hasta pocos minutos antes del amanecer, y la calle del Cristo era un lodazal inmenso.
j. Los centinelas se miraron y obedecieron en silencio.
k. El dos de marzo de 1577, a las diez de la mañana, el Gobernador de Puerto Rico dictó las últimas palabras de su carta al Rey de España.
l. Estaba sentado en la terraza de La Fortaleza, bajo el fresco del de la mañana, y su mano distraída jugaba con la empuñadura de su fina espada toledana.
m. No llovía, pero la brisa húmeda presagiaba lluvia.
n. El escribano cordobés, siempre minucioso, tapó el tintero, colocó la pluma en la base y se puso de pie.
ñ. Luego se acercó a la baranda de la terraza y siguió con la vista al galeón Santa Dolores.
o. Doña Isabel, la hija del marqués, apretó con más fuerza el brazo de su padre y ocultó sus sonrisa tras la punta del abanico.
p. Frente a la Catedral el caballo dio un leve resbalón y Doña Isabel perdió el equilibrio durante unos segundos.
q. Aquí está el laberinto. ¡Un laberinto de márfil!
r. Yo, bárbaro inglés, revelaré ese misterio diáfano.
s. Después de cien años, los pormenores son irrecuperables, pero los hechos más significativos perduran.
t. Volvió la señora y colocó ante él un gran vaso de leche y un platillo lleno de vainillas.
u. La casa se alborotó con ello, y a poco se conmovió todo el barrio del sur.
v. En ese patio jugaban entonces con un gato gris, una niña de unos once años y un niño de cuatro o cinco.
w. Benoit, joven y treintañero oficial de la marina napoleónica, abandonó su patria, tras el desastre de Waterloo, surcó los mares en la goleta La Chiffonne y, finalmente, la sociedad de Buenos Aires lo recibió gratamente.
x. El gordo gato gris saltó sobre sus rodillas y Benoit le acarició el lomo.
y. Doce años quedé en Buenos Aires, pero nunca crucé la cancela de la casa de Benoit.
z. Balzac, el gato gris, se estiraba, se incorporaba en la baulustrada de la azotea o alzaba la cabeza hacia la mesa de dibujo de Benoit.
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